El
verano de 2010 llegue a China después de licenciarme en Medicina. Mi plan era
tomar un año “dedicado a otras cosas”, un año cultural, no sabático, pero en
cualquier caso alejado de los hospitales que me habían absorbido seis años de
carrera.
Al
poco tiempo de llegar encontré un trabajo en un gran hospital de Shanghai. Lo
mejor de trazar una ruta, a veces, es salirse de ella. Movido por la curiosidad, acepté.
Aunque
yo estaba contratado en el departamento internacional que atendía extranjeros,
me hacía el tonto todo lo que podía y me dejaba caer por la sección local a
menudo.
La
experiencia fue magnífica. Vi de primera mano el uso de la medicina occidental
en una población muy aferrada a la medicina tradicional china. Fue interesante
ver la fusión de estas dos medicinas. Personalmente me quedo con el método
científico pero siempre tengo los oídos abiertos a otras ideas.
Empecé
a estudiar chino de la única manera que se hacer, de la forma que había
estudiado medicina: muchas horas al día, hasta la exhaustación. Avancé rápido
al principio. Pero cada vez necesitaba más tiempo para poder alcanzar mis
objetivos.
Dejé
el hospital y me centré casi exclusivamente en estudiar chino.
Cuando
acababa ese año me ofrecieron un plan irrechazable. En el Instituto Cervantes, sección
cultural del Consulado Español, surgió un proyecto para presentar la literatura escrita en español a la gente local. Pero decidimos que sería más interesante crear un espacio en el que la gente local y los hispanohablantes pudieran encontrarse y compartir su afición a la literatura.
El proyecto tomó forma como club de lectura
bilingüe, para mí doblemente interesante. Hicimos una lista de doce libros
representativos de la literatura hispanoamericana, con una condición, que
estuvieran traducidos al chino.
Así planteamos esta actividad en la que la
gente leería antes de asistir a la sesión el libro en castellano o en chino, y
en la sesión de discusión se podrían utilizar indistintamente los dos idiomas.
En
este periodo aprendí mucho chino, me preparaba charlas de introducción a los
autores que leíamos y preparaba el vocabulario que pudiera salir en la
discusión del libro. Pero también aprendí mucho sobre nuestra literatura.
Hablando de libros que había leído varias veces en mi vida, de repente los
participantes locales hacían preguntas u ofrecían puntos de vista que nunca me
habían surgido.
Cuando
me preguntan si estoy en este país para aprender sobre China, la respuesta es
sí, pero también para adquirir otro punto de vista sobre España.
El
trabajo mensual del club de lectura se hizo semanal con cineforums, y luego
casi diario con otras actividades culturales.
Pero
donde realmente empieza la historia es cuando llegué por casualidad a un pequeño
pueblo en el sur oeste de China: Dali. Un pueblo de pescadores y campesinos,
que aunque cada vez más visitado por turistas, guarda un alma diferente a
todos los lugares donde había estado antes. Allí desde el primer día me sentí
muy feliz.Así que intento ir todo lo
que puedo.
Dali
tiene un espíritu cautivador. No solo por su cielo siempre azul y la
temperatura ideal para leer al sol en manga corta todos los días del año,
también por su ambiente distendido y respetuoso para con todos los estilos de vida.
Nunca
había estado en un lugar en el que tanta gente diga: "Vine de visita, y nunca me
fui".
Y
fue en este lugar donde un día salí a la calle a tocar con mi guitarra
canciones chinas que había aprendido para mejorar en el idioma y encontré
resultado fue sobrecogedor: la gente se paraba a escuchar, aplaudía … se paraba
a conversar. Con la música, este lenguaje universal, empecé a hablar, a
compartir, a comunicarme con gente de todas partes y me di cuenta que podía ser
una manera de conocer este país.
Empecé
a tocar por ciudades del sur de China, y aunque en la bolsa siempre había gente
que echaba alguna propina, el principal incentivo era, y sigue siendo, compartir un buen
rato con la gentes locales.
Toco canciones que me gusta tocar, y las toco como las siento. Al final en
la música, como todo en la vida, hay que ser uno mismo. Crecí escuchando a
Rosendo y Boikot, son influencias que uno no puede, ni quiere, ni debe
olvidar, pero aquí exploro toda la música que me transmita algo.
Siempre
me ha gustado el cine y he hecho lo que he podido con mi cámara. Durante la
universidad, aunque no había casi tiempo para dedicarse a otras cosas, participe
en algunos concursos de cortos y guardo muy buenos de recuerdos de las humildes
piezas que salieron adelante con los pocos recursos que teníamos. En 2009, gracias a un corto, gané
un viaje a Japón. El cantar en chino me ha proporcionado muchas oportunidades,
en series de televisión, anuncios, algún proyecto de cine. Soy muy afortunado
de poder descubrir la cultura de este país desde adentro.
La
música me lleva por todas las partes de China, las redes sociales hacen el
resto para que siempre haya gente animando, y este país enorme se haga cada vez más familiar.
En la carretera, en los trenes siempre hay historias y, a
modo de experimento, esas vivencias se han transformado en mi primer cd. Letras
que he ido escribiendo en chino por diferentes lugares, ritmos que se
han ido transformando con la influencia de muchos músicos amigos.
Me gusta referirme a este cd con un verso de Gabriel Celaya: "no es una poesia gota a gota pensada, no es un bello producto, no es un fruto perfecto; es lo más necesario, lo que no tiene nombre, son gritos en el cielo y en la tierra son actos".
El chino, esa lengua tan diferente a nuestro castellano, me fascina, aprenderlo es lo más complejo que he hecho en la vida, y aún
estoy lejos de dominarlo como desearía. Me gustaría conocer bien unos 5000
caracteres, y calculo que ahora andaré por los 3500. (Dato orientativo: estudiando unos 2300 caracteres se puede aprobar de sobra el examen del nivel más alto de chino de la escuela de idiomas). En definitiva me gustaría
poder leer la literatura contemporánea china y entender sin problemas la televisión
y los periódicos, así creo que me sentiría en disposición de decir algo sobre
este país.
Por
delante aun queda un largo camino.
David García Lou, Marzo 2013
Con
un disco recién salido del horno en una mano y un telefóno que no paraba de
sonar en la otra, en marzo de 2013 volví a Dali, mi pequeño y querido pueblo en
la provincia de Yunnan, para echar la vista atrás y decidir qué camino quería
seguir.
Era de esperar que en esta China de desmesurado crecimiento económico
y consumo febril, se multiplicaran las ofertas de productoras y empresas que
querían, sin ningún interés por el fondo cultural de mi proyecto, sacar partido
de él.
Tenía
claro que sólo iba a juntarme con la gente que entendiera de verdad mis
intenciones, que se resumen en la frase que me ha acompañado como lema casi
desde el principio: 一直在路上 (se puede traducir igualmente como
"siempre en el camino", "siempre en la carretera" o
"siempre en la calle").
En
el lado musical esta frase para mí representa que la música es "un bien
común que nos une". Esto es: seguir haciendo música gratuita en la calle,
apareciendo en los lugares más inesperados y compartiéndola con todo tipo de gente.
En la calle la música es espontánea, la distancia con el público es mínima; no hay precio, es desinteresada porque se hace por amor al arte y no por dinero, y no hay ningún tipo
de discriminación: se para a escuchar el que quiere, rico, pobre, viejo o niño,
y echa dinero el que lo cree conveniente. La música se convierte en una forma
de compartir historias y de conocer a la gente local que se para a escuchar.
"Siempre
en la carretera" es también una declaración de intenciones como actitud de
vida. La actitud del viajero, que siempre lleva los ojos abiertos para
aprender, para no perderse detalle; comprender que el verdadero viajero no es
el que va a muchos lugares, sino el que tiene el corazón abierto con el deseo de
conocer a fondo aunque sea un único sitio.
"Siempre
en el camino" también es un grito de motivación, porque en el camino hacia
los sueños, como en la vida, hay que ir siempre adelante. Paso a paso se llega
a cualquier lugar y se cumple cualquier sueño.
Es
difícil no excitarse cuando alguien te ofrece grandes escenarios y grandes
promociones, pero siempre dudo de los atajos. Con confianza en que mi proyecto
tenía interés por sí mismo, con confianza en que mi música tenía un valor
especial, y con el convencimiento de que el diálogo cultural tenía que prevalecer
por encima de todo, decidí crear mi propia empresa de representación para, sin
renunciar a grandes sueños, vivir el camino paso a paso y a mi manera.
Conseguí
un buen acuerdo con un sello local para poder darle al CD la mayor difusión
posible sin tener que hacer promociones estrafalarias que desvirtuaran su
significado, y pudiéndolo dejar a un precio popular y garantizando que quien no
lo pudiera pagar podría adquirirlo de forma
gratuita en internet.
El
CD lo podía haber grabado en China y seguro que se le podía haber dado un
carácter más comercial. Pero las canciones escritas por China y chino en mis
primeros viajes mochila al hombro adquirían un valor diferente si volvía a
España y con un equipo español, y además de primerísima calidad, le dabamos el toque
final (
Joaquín Torres a cargo de la producción e integrantes del grupo
Falsa
Monea en la perpetración musical). Pasaba de ser un disco normal a un cruce
cultural.
No
sólo es el destino quien decide en qué persona nos vamos a convertir, sino (creo que fundamentalmente) nosotros
mismos con nuestras decisiones diarias. Hubiera sido fácil explotar el lado
exótico de un extranjero cantando en chino, pero yo quería que eso pasara a un
segundo lugar, lo principal que quería demostrar era mi interés por el intercambio
cultural.
El
gran grupo empresarial Mafengwo马蜂窝, del que dependen las más importantes guías, revistas y blogs
de viajes en China, me ofreció ser columnista en su principal revista. Habían
leído mi microblog y les interesaba el punto de vista social que daba a las
historias. Me sentí halagado. Me ofrecieron que podía escribir mi columna en
español y ellos se encargarían de traducirlo. Pero me gustan los retos y decidí
que era el momento de empezar a escribir textos largos en chino.
Con
mi música haciéndose popular en las redes sociales y con un digno número de
asistentes apareciendo en mis actuaciones callejeras cuando lo anunciaba en
weibo (twitter chino), hasta el punto de que muchas veces bloqueaban la calle y hacían
imposible la actuación, decidí que era el momento de darle a la música su
espacio necesario, ofrecer un mejor espectáculo en salas de concierto
adecuadas, y salir a recorrer otra vez el país.
El
nuevo formato iba a ser: seguir tocando en la calle pero sin avisarlo en las
redes sociales, apareciendo de repente en cualquier esquina; tocar en cualquier
lugar donde el intercambio cultural tuviera el protagonismo suficiente (centros
sociales, culturales, juveniles, albergues de viajeros) y programar a su vez conciertos en
salas grandes, incorporando diferentes músicos y sorpresas, ofreciendo un
espectáculo que en sí mismo estuviera acorde con el precio de la entrada.
Esto
rompía los esquemas del público chino. Para mucha gente es de lógica que si
tocas en la calles es porque no puedes tocar en bares, si tocas en bares es
porque no puedes tocar en salas de concierto, si tocas en salas de conciertos
es porque no puedes llenar estadios de fútbol. Yo digo que no, que a los pocos
días de haber tocado en la sala por donde desfilan todos los grandes del rock
en Changsha, se puede (y yo así lo hice) ir a tocar a un pequeño centro juvenil en Wuhan y luego montar el
micro en la acera de un barrio destartalado de Guizhou. No son situaciones
contradictorias; que tocar en el gran festival del lago Taihu en Wuxi e ir a un
programa de máxima audiencia en la televisión de Shanghai, no va en contra de, días
después, reunir unos cientos de viajeros en un hostal de mochileros en Chongqing o
tocar en una aldea desértica cerca de Lanzhou.
En el tramo final de esta gira, con el empujón del boca a boca en las redes sociales, las salas se iban llenando y recibía una calurosa acogida del público por allí donde pasaba. Fue en ese momento cuando recluté como guitarrista al gallego Paco Pais, que se ha incorporado a mis conciertos con la idea de
que sea la semilla de una banda estable que me acompañe en futuros proyectos.
En ese momento, en España se hacía eco del éxito de la gira el periódico
El País y tras este diario otros medios de comunicación.
Al
mando de mi propia agencia de representación soy el responsable de decidir a
qué programas de televisión voy, a qué marcas quiero o no poner cara en
anuncios y dónde, cómo y cuándo toco mi música. El camino ha sido mucho más
difícil así, pero soy el propietario de mi camino. En este resumen de estos meses paso por alto todos los momentos
extremadamente difíciles que hay que pasar cuando intentas alejarte de todas
esas empresas que intentan sacar partido a los artistas y decides ser tu único
jefe. Pero al final, si se consigue resistir, uno es dueño del timón de su
carrera y eso vale su peso en oro.
Las
historias que fui publicando (sobre China y sobre España) tuvieron también una
gran acogida en la revista 马蜂窝 de la que he hablado
antes, y ésta me concedió el premio al Viajero Internacional del Año 2013. (Los 18000 kilometros en trenes que he hecho desde que publiqué el CD también han tenido algo que ver).
Tras haber
rechazado varias ofertas, firmé un contrato con la editorial 博集天卷
para compilar en forma de relato mis
experiencias, escritas directamente en chino. En este nuevo reto tengo puestas todas mis energías momentáneamente.
Un nuevo CD, nueva gira con más músicos y colaboraciones y proyectos de cine y
documental, que siempre me han interesado mucho, tendrán que esperar unos meses.
Otro proyecto, muy especial para mi, también
llega a su fin. En 2006 un grupo de médicos de Pamplona empezaron a diseñar un
dispositivo para facilitar la vida a paralíticos cerebrales. Tuve la suerte de
poder conocer y colaborar en el proyecto de investigación durante mis años de estudiante en la capital navarra. En 2010, cuando
llegué a Shanghai, casualidades de la vida, el dispositivo, tras ser patentado, estaba en ese punto
en el que había que buscar lugar para su producción. China parecía un lugar
adecuado para producirlo, pero era totalmente desconocido para todos nosotros.
Entre otras cosas porque en el grupo éramos todos médicos: ni empresarios, ni
hombres de negocios. Me propusieron encargarme de diseñar un plan para su
producción en China. “Ya que estás por ahí…”, me dijo el inventor y jefe del proyecto. Y empecé a informarme, a entender el
sistema de producción, la cadena logística, qué pasos había que dar para
exportar un producto médico a España… y poco a poco el producto fue una
realidad.
Y digo llega a su fin porque estando el producto
en su apogeo y con una estructura bien dispuesta en China, el ciclo se cierra
con éxito y yo puedo dedicarme a mis otros asuntos. Estoy muy contento de haber
contribuido a hacer realidad un producto que muchos estudios científicos están catalogando como revolucionario en la mejora de la calidad de vida de estos pacientes.
www.headpod.com Y además estoy satisfecho de
haber aprendido con esto mucho sobre el mundo empresarial e industrial de
China.
Ser dueño del timón de tu carrera y tu futuro es
un peso enorme. La libertad es una gran responsabilidad. Después de haber trabajado sin
parar estos tres años, haber acumulado mucho aprendizaje y satisfacción
profesional, me tomo la vida con más sosiego. Sigo estudiando chino, en ese
reto imposible de manejar 5000 caracteres, pero ahora con más calma. Ahora alterno
libros de SanMao con los de Muñoz Molina, porque mi obsesión por la inmersión
lingüística en el chino me había hecho, casi desde que colaboré con el Cervantes
de Shanghai, dejar de lado la literatura en castellano que tanto ha aportado a
mi vida. A la música y a la vida mediática en China les dejo que sigan su curso tranquilamente.
Hoy paseo por Madrid y me siento bien.
David García Lou, Octubre 2013